lunes, 17 de diciembre de 2012

Capitulo 021


Apenas recibió el mensaje de Dani, Alex se bañó, se vistió muy bien y salió al encuentro de su novia. Al llegar, hubiera querido subir, pero sabía que no era prudente, porque podría cruzarse a Jana, así que hizo lo de siempre, mandarle un mensaje y esperar a que ella bajara. Y también, como siempre, verla lo dejó mudo...

DANI: (Riendo) Alejandro, ¿estás bien?
ALEX: (Reaccionando) ¿Qué?
DANI: Que si estás bien.
ALEX: Si, si, lo siento, es que tu belleza me abruma.
DANI: Ya, Alejandro, no me digas esas cosas.
ALEX: ¿Por qué no? Es la verdad
DANI: Deja tus verdades y vamos a cenar (Se dirigía hacia la otra parte del coche para entrar, pero Alex la cogió de brazo)
ALEX: ¿No me piensas dar un beso, amor?

La pareja se besa y se sube al carro. En el camino hablaron más que nada de sus hijos, porque si se buscaban, no iban a poner fin hasta saciar sus deseos y Alex quería cumplir con su promesa de regalarle una noche maravillosa y eso incluía una cena romántica, un baile lento y un paseo a la luz de la luna...

Al fin llegaron al Restaurante “El Pomodoro”, un pequeño local gastronómico, situado a orillas del mar, con las mesas distribuidas estratégicamente, para que todas quedaran alrededor de una fuente en forma de cascada. Al fondo, había unos ventanales inmensos, que dejaban pasar la luz de la luna y permitían apreciar cómo las olas rompían contra las rocas, como dos amantes que se encuentran después de mucho tiempo.
Dani se quedó asombrada con lo hermoso que era el restaurante, Alex se dio cuenta de su asombro.

ALEX: ¿Te gusta? (Mirándola)
DANI: Es precioso (Sonriendo y volviéndose hacia él)

Alex dejó que siguiera mirando el restaurante, mientras el daba su nombre al camarero para que los acompañara hasta su mesa. Se acomodaron en sus sitios.

ALEX: ¿Quieres vino?
DANI: Sí, gracias.
ALEX: (Al camarero) Una botella de Pingus 2006 cuando pueda (Ahora, se dirigía a su hermosa acompañante) ¿Ya sabes lo que vas a pedir?
DANI: Hay mucha variedad, pero creo que pediré Spaghettis a la Carbonara.
ALEX: Buena elección.

El camarero les llevó la botella de vino y más tarde la comida, mantenían una conversación amena, hablando de todo un poco.

DANI: ¿De verdad hiciste eso?
ALEX: Sí, era muy joven y con ganas de aventuras.
DANI: Todavía no me puedo creer que le cogieras el coche a tu papá para echar una carrera con tus amigos.
ALEX: Pues sí y lo peor fue que lo choqué y no sabes la que se me armó en mi casa.
DANI: Me imagino.

La velada transcurrió entre risas, anécdotas y un suave baile, a la vista de todos. Alejandro tenía algo que hacía a Dani sentirse tranquila y relajada. Alex, por su parte, estaba inquieto, esa mujer lo estaba volviendo loco: todo dentro de él era puro fuego.
Terminaron de cenar y se fueron hacia el coche, se subieron y emprendieron el camino de regreso, pero, en un punto, Alex se desvió.

DANI: ¿A dónde vamos, amor?
ALEX: A ese lugar que mencioné la primera vez que salimos, ¿recuerdas?
DANI: Si, ¿queda muy lejos?
ALEX: No, princesa, ya casi llegamos, ¿por? ¿Estás apurada? ¿Tienes que volver a tu casa? Te llevo, amor.
DANI: No, era por preguntar (Le manda un beso volado)
ALEX: (Sonríe) Te va a encantar el sitio, confía en mí
DANI: Confío en ti
ALEX: Y haces bien, hermosa...

Al cabo de un rato, llegaron a una pequeña playa escondida entre dos macizos, desde donde no se apreciaban las luces de la ciudad. La única luz que los alumbraba, era la de la luna llena. Desde la playa, se veían las luminarias de la isla de enfrente, algo realmente hermoso. Allí sólo se oía el sonido del mar: era un lugar mágico, para dejar volar la imaginación.

Alex se bajó del coche y dio la vuelta para ayudar a Dani a salir, le tendió la mano y la ayudó a bajar. Apenas pusieron un pie en la arena, ella se tuvo que despojar de sus zapatos, dejándolos en el coche. Estaba cerrando la puerta del automóvil, cuando sintió la mano de Alex agarrada a la suya y tirando de ella, empujándola a caminar hacia la orilla. Se sentaron mirando al horizonte, sin mediar palabras., hasta que Dani, por fin habló.

DANI: Esto es hermoso.
ALEX: Si, realmente hermoso. Sobre todo si se tiene una buena compañía (La miraba fijamente a los ojos, sin apartarse ni desviar los de él)

Alex la siguió mirando y finalmente, le estiró la mano para que ella la tomara.

ALEX: ¿Vamos?
DANI: ¿A dónde vamos ahora, amor?
ALEX: (Se pone de pie y la ayuda a hacer lo mismo) Al cielo, hermosa, quiero que nunca olvides esta noche...
DANI: Vamos, precioso...

Caminan y llegan hasta el carro. En ese momento, Daniela sonríe a su novio y Alex ya no puede resistirlo más. La atrapa entre sus brazos y a fuerza de besos calientes y profundos, la va llevando hasta que queda contra el carro

ALEX: No puedo soportar un segundo más, Dani, voy a perder la cabeza por completo si no te hago el amor... (Sus besos y sus manos recorrían a esa mujer con una excitación desbordada)
DANI: ¿Vas a perder la cabeza? (Él asiente y ella le va quitando la chaqueta) ¿No tienes calor, amor?
ALEX: Mucho, me estoy quemando... (Prosiguió besando y se inclinó un poco, para acariciar las piernas de Daniela y alzarla de modo que ella lo envolviera con sus extremidades) No sabes lo que he soñado con hacerte mía una y otra vez... ¿Tú tienes calor?
DANI: Muchísimo (Le aflojó la corbata y abrió unos pocos botones de la camisa) Me estoy quemando por dentro (Besó el pecho de su novio, deleitándose con el sabor de la piel de Alejandro)
ALEX: (Se retiró sólo un poco, dejando a Dani de pie, para que ella pudiera besarlo con comodidad y mientras ella lo saboreaba, él la miraba, incendiándose) Eres un delirio, Dani... (Se miraron y de nuevo él la llevó contra el carro)

La mujer se acercó un poco más al hombre y se frotó contra su cuerpo. Deseaba que se rozaran por todas partes. Sentía los senos henchidos. Quería que él se los tocara, allí y entre las piernas, donde la necesidad era más intensa.
Alex lanzó un juramento en voz baja y la agarró por las caderas para unirla más a él. Tenía una potente erección. Al notarlo, Dani se excitó aún más. Cerró los labios para aprisionarle la lengua y sorbió suavemente.
Cuando lo soltó, Alex se apartó lo suficiente para poder besarle la mandíbula y luego el cuello. Las sensaciones le pusieron la piel de gallina y las piernas empezaron a temblarle. Si no hubiera estado abrazada a él, la necesidad que sintió en aquellos momentos, habría hecho que se desmoronara a la arena.
Sin dejar de besarlo, agarró la camisa que él llevaba puesta y se la sacó de los pantalones. Acariciándole el labio inferior con la lengua, le deslizó las manos por debajo de la camisa y le tocó el vientre y el torso. Alex la reclamó con un beso tan profundo que Dani pensó que se iba a perder para siempre. La estrechó con fuerza contra su cuerpo, de manera que las manos de ella quedaron atrapadas entre ambos. No importó, porque la lengua de Alex no dejaba de acariciar la suya. Inmediatamente, sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Entre las piernas, sintió calor y humedad; su cuerpo deseaba explotar. Hizo girar las caderas, haciéndose entrar en contacto con la erección. El deseo se hizo más caliente y acelerado. Alex se apartó un poco y bajó la cabeza para poder besarle el cuello. Se detuvo un instante en el punto sensible de debajo de la oreja y empezó a mordisqueársela y a lamérsela, hasta que el cuerpo de Dani vibró de deseo. Entonces, pasando su mano por la espalda de ella, le bajó la cremallera del vestido, dejando que este, cayera a la arena.

Jana ya estaba dormida y Sam leía tranquilamente, sentada en el sillón de la sala, mientras escuchaba música suave. De repente, sonó su celular y al ver quién llamaba, dudó en responder o no. Finalmente, se decidió a hacerlo, al fin que el que nada debe, nada teme…

SAM: ¿Si? ¿Quién es?
ANDRÉS: Sabes bien que soy yo, Sam, no estés a la defensiva que no llamo para pelear
SAM: Entonces, ¿para qué llamas?
ANDRÉS: Para entender por qué hiciste eso y para disculparme por lo que hice yo...
SAM: Sólo te pagué con tu moneda, ¿te molestó? Pues, te fastidias, y según tú, ¿qué hiciste?
ANDRÉS: Hablarte bonito, querer conquistarte... Lo hice por la razón correcta, pero con las armas equivocadas, lo siento.
SAM: ¿La razón correcta?
ANDRÉS: Mira, Sam, no estoy acostumbrado a ser sincero y ayer, Alex me dijo algunas cosas que me pusieron a pensar y hoy, encima, discutí fuerte con él, tanto que me corrió de su oficina y cuando tu mejor amigo, tu hermano de la vida, reacciona así, una alarma empieza a sonarte, ¿sabes?
SAM: ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
ANDRÉS: Todo. El asunto fue por lo que pasó contigo. No te lo quiero echar en cara, sino que quiero explicarte el porqué de esta llamada




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